ORACIÓN Y RESPUESTA

LECCIÓN N° 7 – SÁBADO 14 DE NOVIEMBRE DE 2020

Proverbios 28: 9

“El que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominable” 

 La pregunta que todo cristiano llega a hacerse en su vida cristiana es: “¿Por qué Dios no contesta mi oración?” Ésta pregunta ha sido muchas veces de gran frustración y desánimo para aquellos que creen en Dios. 

Si abrimos las Sagradas Escrituras, y nos introducimos en la vida de hombres y mujeres que hicieron uso de la comunicación con Dios a través de la oración, nos daremos cuenta que recibieron respuesta de parte de Dios. Incluso hay más, porque muchos recibieron inmediatamente respuesta a sus plegarias.

Ahora cabe preguntarse, ¿será posible que sea así hoy en día? ¿O Dios ya se habrá cansado de responder? ¿Cree usted que son las preguntas correctas que debiéramos hacernos? O mejor debiéramos preguntarnos ¿Qué hizo que Dios respondiera sus oraciones? Sin ir más allá, nos alienta saber que Dios no cambia en nada, sigue siendo el mismo y aún sigue deleitándose en responder. Sólo que a veces no lo hace porque estamos omitiendo algunas condiciones que sin lugar a dudas los siervos del Señor sí tenían. 

1.- Anote algunas de las razones por la cual usted piensa que Dios a veces no contesta sus oraciones.

Dios a veces “parece” que no respondiera nuestras oraciones, pues como Padre infinitamente Sabio y Bueno que es, nos da lo que realmente necesitamos y no lo que creemos necesitar. Dios no nos entrega lo que pedimos, sino lo que nos conviene. No responde nuestra oración, porque nuestra petición la mayoría de las veces no coincide con su Voluntad.

Cabe tener presente, ¿Por qué Dios no nos otorga lo que pedimos sino solamente lo que su Voluntad quiera?

La Voluntad de Dios siempre quiere lo mejor para nosotros. Siempre busca lo más alto y sublime para nuestras vidas. Recuerde siempre que la voluntad de Dios expresa su sabiduría infinita y ésta siempre va dirigida hacia nuestra meta eterna, nuestra salvación, no hacia nuestras metas terrenales.

¿Hacia qué meta van dirigidas sus oraciones?

EJERCICIO

En las siguientes declaraciones coloque según su apreciación y experiencia con Dios, Verdadero o Falso.

1._______ Dios contesta todas mis oraciones.  

2._______ Dios existe, pero a veces dudo que Él esté personalmente interesado en todo lo que hago.

3._______ Cuando veo una respuesta obvia, me pregunto si  Dios me    ha contestado en realidad.  

4._______ A veces tengo la tendencia de tratar a Dios como a un  “santa claus”. Dame esto, dame aquello.  

5._______ Cuando Dios me dice “no” a una petición, siento que es por mi bien.  

6._______ Cuando pido algo a Dios y él dice “no” por  respuesta, me es difícil aceptarlo muchas veces.

7._______ Cuando Dios responde una oración, mi fe es fortalecida.  

8._______ La oración contestada es tan sólo una coincidencia.  

2.- ¿Contestará Dios nuestras oraciones sin fe? ¿Por qué? Santiago 1: 6;  Marcos 11: 24

Debemos acercarnos a nuestro Padre con confianza y seguridad en su poder y buena voluntad para ayudarnos, apoyándonos en la fidelidad de sus promesas, y presentando nuestra necesidad y no nuestros méritos.  “Tener fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y que sabe mejor qué es lo que nos conviene”

El que pide “con fe”, no vacilará como si no estuviera seguro de que Dios oirá y contestará su petición.  La fe genuina confía en Dios, y el creyente descansa en la seguridad de que sus necesidades serán prontamente satisfechas en la forma en que Dios lo considere mejor.  Sin embargo, si una persona duda íntimamente de que Dios oirá su petición, sufre una seria molestia en recibir la respuesta a su oración.  Dios busca la cooperación del hombre para que su respuesta sea posible, y esa cooperación faltará en algo si hay incertidumbre en la persona.  La fe genuina se eleva por encima del tiempo y de las circunstancias, haciendo que nuestra fidelidad a Dios sea firme e inmutable en su propósito.

3.- ¿Qué otra inalterable condición nos presenta el salmista para que nuestras oraciones tengan respuesta? Salmos 66: 18

La Biblia se refiere a muchas áreas de pecado que son obstáculos para que nuestras oraciones sean efectivas. Cuando estamos viviendo de acuerdo a la carne o a nuestros deseos egoístas y no al Espíritu, nuestro deseo de orar y nuestra efectividad para comunicarnos con Dios estarán obstaculizados y aunque recibimos una nueva naturaleza cuando nacimos de nuevo (bautismo), la antigua naturaleza aún mora en nosotros. Esta vieja naturaleza es corrupta y pecadora. 

La carne puede ganar el control de nuestras acciones, actitudes, y propósitos, a menos que seamos diligentes en: “hacer morir las obras

de la carne” (Romanos 8: 13) y permitamos ser guiados por el Espíritu de Verdad y así lograr una correcta relación con Dios, Sólo entonces y de ninguna otra forma, Él escuchará y responderá nuestras oraciones.

4.- ¿Qué declara el profeta Isaías que sucede cuando nuestras iniquidades están entre Dios y nuestras oraciones? Isaías 59: 1, 2

Conforme vamos creciendo en nuestro caminar como seguidores de Cristo, Él nos va dando cada vez más conocimiento. Vemos cosas que antes no veíamos. Nuestro carácter, nuestra forma de ser, nuestros pensamientos, nuestras palabras, y todo lo que somos no puede ser igual, tiene que cambiar continuamente. En cada paso que damos hacia la perfección que el Señor requiere de cada uno, nos vamos dando cuenta que cada vez que caemos en las trampas de nuestros deleites carnales pasados, comenzamos a alejarnos de la cobertura amorosa de nuestro Padre y esto obliga a Dios a que oculte “su rostro de nosotros”.

¿Qué sucedió cuando Jesús estaba muriendo en la cruz y exclamó: “Padre, ¿por qué me has desamparado”? El Padre no pudo seguir mirando a su Hijo, debido a que su justicia perfecta no puede compatibilizar con lo horrendo que es el pecado.

NOTA

¿Se dan cuenta amados hermanos y hermanas lo que produce el pecado en nosotros? Se levanta una barrera y si el cielo parece estar muy distante de nosotros, es porque el pecado ha colocado un velo de separación entre nosotros y Dios.

CONCLUSIÓN

Probablemente muchas veces se ha cuestionado de por qué Dios no contesta sus oraciones; pero si “diezmo”, voy a cada “servicio”, ayudo a los demás, no tengo ningún rencor contra mi hermano y aun así no recibo respuesta de Dios”. Éstas y otras pueden ser nuestras excusas ante Dios.

Pero el obstáculo más grande para la oración efectiva es la presencia de iniquidad y pecados sin confesar en el corazón del que ora. Dios es santo, hay una barrera que existe entre Él y nosotros cuando venimos a él con un pecado sin confesar en nuestras vidas.