LECCIÓN N° 4 – SÁBADO 24 DE OCTUBRE DE 2020
Romanos 6: 22
“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna”.
Las Escrituras dejan en claro que la santificación es vital para el desarrollo de la vida de un cristiano, y no cabe duda que Dios anhela que nosotros tomemos parte de ella, así como lo dice el apóstol en
Pablo en 2°Tesalonicenses 2: 13: “Que Dios nos haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad…” .
Pero, ¿qué es exactamente la santificación? Santificación es otro término de santidad (ser santo), pero ciertamente, no nos volvemos santos de la noche a la mañana. Efectivamente, algo drástico tiene que ocurrir en nosotros para cambiar lo que somos por naturaleza, es necesaria una transformación radical. Este proceso es parte de la primera obra redentora que hace Cristo en el pecador; la de hacerlo justo ante la presencia de Dios. Es como si Cristo nos dijera: “Ahora tienes derecho a la salvación, pero aún no la alcanzas, debes luchar por ella de aquí en adelante. Necesitarás fe, perseverancia y valor para alcanzar “el premio supremo de la salvación”. Pero no te preocupes, porque no estás sólo en esta gran tarea. Tienes mi ayuda. Esta transformación es un proceso continuo y de toda la vida. A este proceso se le llama santificación.
1.- ¿Quién o quiénes actúan en nuestra santificación? 1° Tesalonicenses 5: 23 Efesios 5: 25, 26
2° Tesalonicenses 2: 13
Toda la Deidad forma parte de la obra de santificación en el hombre y la mujer que han sido alcanzados por la misericordia y la gracia de Dios, a través de la justificación por la fe.
Las elevadas normas de la santidad a la cual debemos llegar no las alcanzaremos sin la ayuda divina. Observemos como el apóstol Pablo realza la obra que sólo el “mismo Dios de paz” puede hacer en nosotros, ya que es una obra completa en “espíritu, alma y cuerpo”. Además, es Dios y siempre ha sido él, el que quiere estar en paz con nosotros.
Por otra parte, Jesús quitó nuestros vestidos de impurezas y nos vistió con su justicia perfecta para santificarnos y así presentarnos ante su Padre. Su preciosa sangre nos lavó de nuestros pecados y esta obra es continua durante toda nuestra vida.
NOTA
Toda verdadera santificación es obra del Espíritu Santo que actúa y trabaja en forma constante en nuestra santificación, a través de la enseñanza de su Palabra. Así lo dice Juan 17:17 “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. Dios nos da su palabra, la aceptamos, y así somos santificados mediante “el lavamiento del agua por la palabra” (Efesios 5: 26).
Es por medio de la Biblia que conocemos nuestros pecados, y somos santificados cuando obedecemos a Dios después de recibir ese conocimiento. Esta santificación más “la fe en la verdad” son el medio para que se efectúe la salvación en la vida del creyente.
2.- ¿Por qué razón es de vital importancia vivir una vida en santidad ante Dios y los hombres? Hebreos 12: 14; Compare con Mateo 5: 8
Sin santidad no hay cielo nuevo y tierra nueva. Sin santidad no veremos a Dios en todo su resplandor sin caer muertos antes. Por tanto, necesitamos un corazón “limpio” que pueda ser capaz de agradar a Dios y hacer su Voluntad. Pero el tener nuestro corazón limpio no significa que no vamos a tener ningún pecado. Lo que sí significa es que nuestros motivos serán puros, con un ardiente deseo de alcanzar la perfección en Cristo Jesús.
Cuando unimos las palabras de Jesús en el monte de las bienaventuranzas con la declaración del autor de Hebreos podemos extraer una doble aplicación espiritual.
Jesús puso énfasis en los dos reinos, vale decir, “el reino de la gracia”, que es el que estamos viviendo hoy y “el reino de la gloria” que es la patria futura que el Señor nos prometió.
NOTA
Hoy tenemos el privilegio de poder “ver a Dios” por medio de los ojos de la fe. Una prueba indiscutible es el milagro de la salvación que Dios logró por intermedio de Jesucristo, porque si no hubiera sido así, ¿Qué otra esperanza tendríamos? Por supuesto que ninguna. Pero hay un privilegio mucho más grande que Dios tiene reservado para nosotros si permanecemos fieles a él ante las fuerzas destructoras de Satanás.
1°Corintios 13: 12 declara “Porque ahora vemos oscuramente, como por medio de un espejo, mas entonces, cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré, así como también soy conocido”. No habrá mayor felicidad que ver cara a cara el rostro de Aquel que nos amó tanto y que entregó su preciosa vida para darnos la bendita esperanza de la redención.
3.- En el contexto de nuestra santificación, ¿con qué propósito en particular murió Cristo por su iglesia? Efesios 5: 25, 26
Cristo vendrá a buscar una iglesia “sin mancha y sin arruga”. Quienes la componen habrán sido hombres y mujeres entregados completamente a su causa. Jesús no murió por una iglesia vacía y sin poder. Él nos ha capacitado con herramientas de trabajo celestiales.
Cristo murió para salvar a su iglesia. La prueba suprema del amor lo demostró nuestro amado Salvador al entregarse sin reserva por ella. Cabe preguntarnos, ¿Cuál es su iglesia hoy? ¿Quiénes la componen? ¿En dónde está ubicada? El apocalipsis nos da la respuesta en el capítulo 14 versículo 12 “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”.
NOTA
Cuando Cristo regrese mandará a sus ángeles a reunir a su iglesia de los cuatro ángulos de la tierra. En cada rincón de este vasto mundo se encuentran los que componen la verdadera iglesia por la cual el Señor murió. Sus características, como ya se mencionó, son la obediencia a sus santos mandamientos y tienen la fe de Jesús, o sea son imitadores de Él. Es una iglesia “santificada” gracias a la eterna demostración de amor jamás antes demostrada, hacia quienes no lo merecían. Hoy Jesucristo está santificando su iglesia bienaventurada que estudia y oye las palabras de esta profecía (la Biblia).
4.- ¿Qué tipo de iglesia espera Cristo presentar a sí mismo en el cielo? Efesios 5: 27
Mientras estemos en este mundo manchados por el pecado, será imposible que podamos estar ante Dios como una iglesia “sin mancha y sin arruga”, porque está constituida por diferentes tipos de personas, que tienen diferentes virtudes y debilidades. Por consiguiente, Jesús está haciendo una obra individual, personal. Si bien se dio a sí mismo por su iglesia, pero también murió por todo el mundo. En conclusión, vendrá a buscarnos y nos uniremos junto a todos los salvados desde el principio hasta el último hijo convertido y se formará la iglesia santa e inmaculada por la cual Él murió.
Esto tiene que ser así, porque Cristo vino a este mundo para preparar su iglesia, y notemos cómo la comenzó: con un puñado de hombres llenos de imperfecciones en sus caracteres, iracundos, soberbios e impulsivos, pero los instruyó, los preparó, los amó y los santificó para que comenzaran la enorme tarea de colocar los cimientos de lo que sería su iglesia. Pero un día volverá nuevamente, no para preparar una iglesia, sino para llevarse su iglesia que estará lista como una esposa ataviada para su marido (Apocalipsis 21: 2).
CONCLUSIÓN
La naturaleza de la iglesia es sumamente peculiar; está compuesta por trigo y cizaña, vale decir: por dos tipos de personas: el que agrada a Dios y crece constantemente en santificación y aquel que cree agradar a Dios, pero al final sólo busca agradarse a sí mismo. No es muy fácil ver la diferencia entre los dos; a simple vista se parecen mucho. Sin embargo, muy pronto Dios realizará una obra de selección para separar a sus verdaderos hijos, que hacen su voluntad y tienen el testimonio de Jesucristo, de aquellos que no permitieron ser convencidos por la obra interna del Espíritu Santo. El trigo irá al granero y la cizaña al fuego.